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martes, 4 de julio de 2023

ALFREDO RODRÍGUEZ CONQUISTA JAZZ SAN JAVIER A SU MANERA CUBANA

 La primera noche de contrastes de esta XXV edición, se completó con la música de los británicos MAMAS GUN y su “groove” pegadizo.
 
 Andrés Garrido/Goio Villanueva
 
 La XXV edición de Jazz San Javier ya ha iniciado su amplio desarrollo de conciertos, de noches solitarias o, como en este caso, de contrastes entre los grupos que las conforman. La primera de la presente edición ha sido la del pasado sábado, 1 de julio, con el trío del pianista cubano Alfredo Rodríguez para, ya en la segunda parte, cambiar el decorado y disfrutar de la fusión de estilos como el pop y el funk además de otros ribetes colaterales a esa base que practican los británicos de Mamas Gun. Les contamos.
 

  

El pianista y compositor cubano Alfredo Rodríguez  
 
            Este año ha vuelto a repetirse. Nos referimos a que hay noches programadas en las que a priori, algunos aficionados de los que acuden al auditorio Parque Almansa lo hacen con ciertas reservas; unas reservas que suelen basarse en lo poco que conocen a uno de los grupos anunciados o, simplemente, no ven cómo pueden casar dos estilos tan opuestos (o no tanto) como pueden ser los boleros, cha-cha-chá, danzón o rumba con la fusión pop-rock-funky-soul. Y siempre, en los 25 años que llevamos asistiendo a este
gran festival, comprobamos cómo los aficionados se enganchan a ambos estilos y salen de la sala con una alegría y satisfacción palpables.
 

                        

 Rodríguez en un momento de su concierto.
 
Eso es lo que sucedió en la noche del pasado sábado 1 de julio, en la que se celebraron los dos primeros conciertos contrastados en estilos por Jazz San Javier. La primera parte tuvo un sonido, sabor, ambiente y derroche de música cubana. Sus protagonistas fueron el trío del joven pianista Alfredo Rodríguez, que completaban el bajista Yarel Hernández y el baterista Michael Olivera. Los tres son jóvenes pero experimentados músicos. Su concierto se iniciaba con unos desarrollos pianísticos muy descriptivos que te adentraban en unos mundos sosegados acompañados por la voz de Alfredo (ahí, ya, comenzó a demostrar su versatilidad y muchas horas de estudio con el instrumento). Se trataba de su composición “Down” (“Despertares”), que fueron desarrollando como si se tratara de una creación clásica: Por movimientos. Tras esta introducción la sección rítmica de Hernández y Olivera se sumó para “despertar” al público que andaba cautivado y ensimismado.
 

 

  La sección rítmica del pianista, además de hermanos de vida y escenarios.
 
 El trío cubano iniciaba una actuación que al final se ganó la admiración, respeto y ovación de todo un auditorio que pedía más. Tras completar ese “Down” dar las buenas noches y agradecer la presencia a su concierto, Alfredo Rodríguez dejó al bajista Yarel Hernández que hiciera sonar las primeras notas de un bolero de los llamados “irresistibles” como es “Bésame mucho”, escrito por la pianista y cantante mejicana Consuelito Velázquez en 1932, y con la que el cubano dejó patente su inequívoca manera de interpretar que, seguro, aprendió desde muy niño de los Maestros autóctonos como, por ejemplo, el recordado Bebo Valdés. Es esa manera de deslizarse por las teclas que denomino “toque cubano” inequívoco. Es que no era solamente la tradicional melodía, sino que el pianista dejaba notar su multiculturalidad musical, de vivencias, para enriquecer una pieza de la que se han grabado miles de versiones. Una nueva oportunidad de este trío para cautivar a un público que, lejos de traer un esquema inamovible, se abrió absolutamente a unos músicos que les estaban ganando suavemente por goleada musical.

              

 Buscando la complicidad del auditorio.
 
Tras esos ocho minutos y medio de bolerazo, Alfredo Rodríguez se dirigió a los asistentes indicando que “estamos extremadamente contentos de estar aquí. Recuerdo de ver muchos vídeos en Cuba de este festival. Agradecemos a sus organizadores que nos invitaran a venir; a ustedes, por acompañarnos esta noche y a mis dos hermanos con los que comparto mi vida y los escenarios: Michael Olivera, en la batería, y Yarel Hernández en el bajo. La siguiente canción también es una creación mía. No sé si saben que en la cultura afrocubana tenemos una diosa de los mares que llamamos Yemayá y a ella dediqué esta pieza. Muchas gracias de nuevo”.
Una introducción de voz y piano iniciaba esta especie de rezo (en la santería sobreviven cultos a los orishas o divinidades de origen africano, principalmente yoruba, bajo el culto a las imágenes de santos católicos), para dejar paso a ese torrente sonoro del trío que les confiere un potencial difícil de lograr. Fueron 16 minutos de auténtico disfrute musical de tanta fuerza y riqueza, que nos pareció apenas cinco. Premiazo (hoy utilizaremos mucho las aumentativos) del público, puesto en pie, ovacionando a este trío cubano que lidera el pianista Alfredo Rodríguez.
 

 

Michael Olivera posee un exacto sentido del ritmo y la métrica.
 
 Y regreso a la vieja escuela cubana en la que Michael Olivera protagonizó una breve introducción rítmica con la batería, hasta que bajo y piano se incorporaron con la voz de Alfredo Rodríguez y cantarnos ese estribillo tan conocido que reza “Ay, mamá Inés. Ay, mamá Inés. Todos los negros tomamos café”. Bueno, ustedes ya saben. Después de dos pases de estribillo, momento para Yarel Hernández y su guitarra de bajo pidiendo la complicidad del público en los coros. Si es que era irresistible no moverse, bailar, disfrutar con este trío y su música. Cuando finalizó la pieza, Alfredo Rodríguez pidió si tocaban una más a lo que el público contestó con un sí rotundo. Pero no solamente, porque muchos de los asistentes solicitaban mucho más de dos, diez o doce más. El pianista los dirigió a la organización de Jazz San Javier, para que lo trajesen al año siguiente.
 

   

 Yarel Hernández es, además de un extraordinario músico, la simpatía en persona. 
 
Al margen de esos momentos graciosos y de complicidad, Rodríguez explicó a los presentes que “mi mentor y productor de todos mis discos es Quincy Jones, del que tuve la gran fortuna de que se fijara en mí. Les anuncio que el 18 de agosto próximo sale a la venta mi último trabajo discográfico titulado “Coral Way” (“Calle Coral”, en homenaje al lugar donde ha estado durante los tres últimos años componiendo las canciones que lo conforman). Les cuento esto porque hace tiempo que Quincy Jones me estimula a que haga una versión de algunos de los temas que nos dejó Michael Jackson -recordarán que Quincy produjo el más escuchado “Thriller”- y éste que van a escuchar ahora, no es el clásico al que ustedes están acostumbrados. No. Este es el “Trhiller” cubano timbero de San Javier. Espero que les guste y si quieren cantar con nosotros, bailar, venir a tocar el piano lo pueden hacer ahora. Muchas gracias. Los queremos mucho”. Ni que decir tiene que todo el auditorio hervía, literalmente, con este fuego intenso que tres jóvenes músicos cubanos habían prendido en ese escenario. Fue invitación hecha y llevada a cabo de inmediato. El foso del auditorio se llenó al momento. Como ya no había espacio, el personal bailaba y cantaba desde sus localidades puestos en pie. Aquello era un disfrute general que no siempre se logra alcanzar al cien por cien. Pero es que cuando suena una música como la de Cuba (porque ese era, en efecto, un “Thriller” cubano), contiene tanto “veneno” rítmico que tu cuerpo no obedece a ser moderado; se libera por completo. Gran final para un concierto que cautivó, persuadió a todo un público entusiasmado con el trío del pianista cubano Alfredo Rodríguez (cumplirá 38 años el próximo 7 de octubre) y sus
hermanos de vida y escenario Michael Olivera y Yarel Hernández en la batería y bajo, respectivamente
.
 


Con alma y sentimiento.
 
El auditorio, fiel a sus costumbres, pidió más y el trío lo concedió de inmediato. Con dos piezas más, fusionadas, del cancionero cubano: “El manisero” y “Guantanamera”. Bueno, bueno, bueno. Cuánta felicidad colectiva; en el público y también en los músicos que habían sido los artífices de repartirla por todo el auditorio del Parque Almansa, que despidieron a este trío cubano que lidera el pianista Alfredo Rodríguez con aplausos, vítores, silbidos en positivo y, en suma, que se los hubieran llevado a casa para continuar la fiesta. Exitazo absoluto.
 

 

Acabando su concierto.  

 La segunda parte de esta primera jornada doble estaba destinada al grupo británico Mamas Gun creado en 2008 e integrado en la actualidad por Andy Platts, voz y guitarra; Terry Lewis, guitarras y voz; Cameron Dawson, bajo y voz; el teclista Dave Eighties Oliver y el baterista Chris Boot. La mayoría de ellos también andan desarrollando otros proyectos, como es el caso de Platts que visitó San Javier en la pasada edición con el grupo Young Gun Silver Fox, que gustó a buena parte de los asistentes. En esta ocasión, Mamas Gun fusionan el soul con el pop con un resultado que, en sus cinco grabaciones de discos grandes, les ha funcionado muy bien para escuchar en la Radio. Y con esa pretensión (que les escucháramos y participáramos de su música) aparecieron en el escenario del auditorio dejando sonar una primera pieza a modo de presentación: “Friends To Lovers”, que el público aplaudió un tanto tímidamente (la estela cubana aún hacía mella entre los presentes).

        

El grupo británico Mamas Gun.
 
Como indicaba antes, los cinco álbumes que ha publicado esta formación británica les ha valido ganar un enorme prestigio en Europa, Estados Unidos, Japón o Corea. Al igual que ocurriera el año anterior con Young Gun Silver Fox, el concierto de Mamas Gun pegó a sus butacas a los aficionados, que no perdían detalle de las evoluciones de esta música pegadiza y elegante como lo demostraron con “You Make My Life a Better Place”, en la que se notaba la influencia de las bases sonoras de la Tamla, “I Need A Win”, una balada a medio ritmo Costa Oeste, “Reconsider”, balada a lo Smokey Robinson, o “Looking For Moses”, en homenaje al desaparecido Bill Withers escrita, precisamente, el día en que fallecía en abril de 2020.
 

 

El cantante y compositor Andy Platts.    
 
 Los aficionados y, sobre todo, seguidores de Andy Platts estaban disfrutando como enanos. Los temas de sus últimos tres discos, fundamentalmente, se desplazaban hacia los oídos del público como cantos suaves de sirena, con piezas que nos despertaban de nuestra quietud espiritual como “On The Wire”. Tras ello, el teclista Dave Eighties Oliver se dirigió al público en un español con mucho acento inglés para recordarnos que “este año es muy especial ya que se cumplen 25 años de este festival, destacó, ¡25 años! Y ¿quién fue su fundador? Alberto Nieto. Un aplauso grande para él”, a lo que el auditorio en pleno contestó puesto en pie. Muchas gracias por venir”, concluyó. De nuevo, la música tranquila de Mamas Gun con “Go Through It”, de su álbum de 2022 “Cure The Jones”, además de “When You Stole The Sun From The Sky” y “Party For One” en las que, inequívocamente, se percibían las influencias de Marvin Gaye o el propio Bill Withers sin olvidarnos de aquel pop-rock de la década de los 70 del pasado siglo XX.
 

      

   Dave Eighties Oliver pidió un aplauso para el fundador del festival, Alberto Nieto.
 
Toda esa amplia selección musical de Mamas Gun es música elegante, de auténtico “gourmet”, que suena muy bien en sus discos y escuchada por la Radio, pero, en mi opinión, para los directos deberían incluir una sección de vientos que les ayudaría mucho a subir enteros en sus conciertos. Tal vez ahí esté la parte más débil de este grupo británico. No afirmo, en absoluto, que no tengan calidad; la poseen de sobra y gusto para componer y ofrecernos un resultado de auténtica altura, pero en los directos (por ejemplo, el pasado año sí lo hicieron, con el dúo Young Gun Silver Fox añadiéndole dos vientos) ese nivel llegaría más alto con lo que indico (les invito a visitar la web del festival en YouTube y visionar, de nuevo, el concierto del año pasado).  
 

       

      Terry Lewis se encarga de las guitarras y voces. 

 

                                   

El contundente bajista Cameron Dawson.
 
La recta final de este concierto de Mamas Gun, a los que no se les puede negar ni su calidad ni su vergüenza profesional ya que hicieron un poco más de hora y media, fue encarada por más piezas de su ya abultada cesta creadora con títulos como “We”, de su LP “Días dorados” (2018), “Winner’s Eyes”, ambos desarrollados en ritmos medios, “London Girls”, “Good Love”, otra nueva muestra del gran amor que sienten por el soul de los 60-70, “Let’s Find A Way”, más reminiscencias de los sonidos de los 70, al igual que “Strangers On A Street” y culminar con “This Is Day” cuya letra describe, tal vez, lo que Mamas Gun han venido persiguiendo. Dice así: “Cuando miro por encima de mi hombro, veo un rastro de sueños rotos. ¿Me estoy acercando más a donde quiero estar? Porque parece que nunca me pongo al día, no importa cómo lo intente. Para el hombre que quiero ser siempre estoy un paso atrás. Ahora parece que algo está a punto de cambiar. Puedo sentirlo venir, sí. Este es el día; se siente como un nuevo comienzo. Voy a dejar que este sea el primer día” Toda una declaración de intenciones, ¿no les parece?
 

 

El baterista Chris Boot fue el metrónomo del grupo. 
  
Todo el auditorio puesto en pie y aplaudiendo a esta enorme formación británica, Mamas Gun, que acababan de regalarnos otro precioso concierto absolutamente opuesto a su predecesor, pero igualmente intenso. Obviamente hubo reclamación de más, que fue atendida rápidamente con otra canción, “Golden days”, que dio título a su disco de 2018 dejando un dulce recuerdo en los aficionados que acudieron al auditorio Parque Almansa el pasado sábado 1 de julio.
En resumen, una noche para guardar en la memoria con una primera parte delirante y muy persuasiva, a cargo del trío del pianista cubano Alfredo Rodríguez para después, girarnos hacia otro escenario en el que un grupo británico llamado Mamas Gun, nos enganchó con su fusión pop-rock-soul en un traslado en el tiempo hacia las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo XX. El autobús del XXV Jazz San Javier ya está en marcha y les aconsejo no perderlo. Todavía nos llevará hacia paradas que no podíamos imaginar. No pierdan el hilo.

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